Han pasado varios días desde aquella noche deliciosa en Yantar. La chef ejecutiva, Xiomara Marquez me invitó a probar sus platos y aún no dejo de saborear todo lo que probé.

En su restaurante en Condado, cada bocado te transporta a ese momento en el que el sol lentamente baja y se pierde detrás de la Bahía de San Juan.

El primer aperitivo fue uno muy elegante y delicioso. Las vieras, selladas a la perfección, descansan sobre un majado de yuca del país que se baña con un mojo verde que puedes ponerle a todo. Tienen un sabor de mundo con toque criollo.

Luego probé un crocante bizcocho de cangrejo con alioli y cebollín. A éste, no le faltaba nada. De hecho, al probarlo notarás que lo único que no tiene, es la densidad desagradable que caracteriza cualquier crab cake que hayas probado antes. Era perfecto.

La Chef confesó que ésta es una de las primeras recetas que creó para el restaurante con vista a la Laguna del Condado y que ha evolucionado hasta llegar al punto en el que se encuentra ahora. Está lleno de sabor, pero también es ligero, dulce y tierno.

Ocasionalmente sonó una pieza de Bossa Nova al fondo y me perdí en la música apreciando el vaivén de las palmas que bailaban al son de la brisa.

¿La mejor mesa? Cualquiera que esté al lado del gran ventanal que altera tus sentidos visuales mientras acaricias tu paladar con un buen vino.

Ese vino, pídelo tinto. Pues, también debes probar el “Timbal de setas templadas” y digo con mucha seguridad que la copa debe ir en la mano en la que no tienes el tenedor. Este plato tiene sabores intensos y maravillosos. Tiene texturas y temperaturas perfectas para que éste sea uno de varios en una noche de tapeo.

Las setas tienen una laminilla de jamón Ibérico, queso Manchego, yema de huevo y una salsa carbonara que ata todos los elementos y crea un tentempié memorable.

Mientras más cae la noche, más romántico se pone el ambiente en Yantar. Y al pasar los platos por tu mesa, más enamorado quedas de los sabores que has probado.

Una vez llegó el plato principal, no pude borrar la sonrisa de mi cara. La noche se puso aún mejor cuando el filete llegó a mí. Era como si la Chef supiera que mi debilidad es un buen steak, uno de esos que te hacen salivar tan sólo con mirarlo.

Pienso que un buen plato de steak and potatoes es la llave que abre el cielo de mi paladar y concluyen una noche perfecta. El miñón estaba médium, jugoso y sabroso. Lo acompañaba una deliciosa crema de setas y unas coloridas zanahorias. A su lado encontrabas unas papas majadas de las que pudieras comerte un bowl completo en un día lluvioso como un buen comfort food.

Confieso que saboreé cada bocado y resulta imposible olvidar su sabor.

Entonces llegó el postre. Una esponja de chocolate se deshacía en mi boca mientras el sorbet de frutos rojos saciaba mi deseo de probar algo un poco agri-dulce. Sin duda, el plato fue la cherry on top de una noche divina.