La verdad es que siempre he sido una foodie antojá y es por eso que entiendo al chef Luis E. Rodríguez cuando dice que los platos que componen el menú están ahí para expresar sus deseos, caprichos y antojos.

Él cocina lo que le da la gana y eso me encanta. Siguiendo una línea de tapas con una fuerte inspiración española y unas líneas italianas, Luis logró que Début Cocina Rústica se convirtiera en mi restaurante favorito en Aguadilla.

La ambientación fría e industrial se acalora con el horno de leña que caracteriza el local donde Luis hizo su debut como chef ejecutivo desde esta primavera. Su cocina presenta un arrebato culinario, bien pensado, que guarda la esencia de sus mentores Joy y J.O., con quienes trabajó desde el comienzo de Levain Artisan Breads.

Cuando le pregunté a Luis, ¿qué lo inspiraba? Contestó sin dudar: “El olor de las habichuelas guisá’s, el sonido de la cebolla…”. Sin embargo, durante la progresión de cursos puedes encontrar desvíos interesantísimos ante el fundamentalismo culinario del arroz con habichuelas.

Comencé probando las esferas de #felicidá. Señaladas en el menú como “Croquetas”, éstas bolitas de jamón y bechamel tienen un interior cremoso mientras que su exterior, echa fiero de su textura perfectamente crocante.  Pero no sólo por eso la chef Giovanna Huyque quedó encantada con ellas cuando las probó; también fue por la salsa que las acompaña.

Tal vez debo mencionar que la presentación es impecable. El aroma a cilantrillo fresco te saluda cuando el plato se te va acercando. Y, el brillante color de la salsa Romesco resalta las croquetas provocando el repudio immediato a cualquier otra fritura común que hayas comido por ahí.

Luego probé el Cassoulet de chorizo, garbanzos y pulpo. Este plato le da ‘20 patá’s’ -como dicen por ahí- al comparativo más cercano que es un ‘pulpo a la gallega’. A pesar de que el chorizo provee un sabor intenso, su smokiness no le quita la estelaridad a la frescura del baby pulpo acompañado por garbanzos.

Cada plato me entusiasmaba más y cuando llegó a mis manos el Top Blade steak pude apreciar cómo las cosas simples pueden ser sabrosas. El steak llegó montado en una tabla de madera. Claramente descansó lo debido antes de ser cortado en tiras y mantuvo sus jugos intactos hasta que se encontraron con mi tenedor. Las cebollitas le dan un nuevo nivel de textura, sabor y sazón, así como también lo hace la delicada salsa verde que se deja sentir en ocasiones.

Los platos continuaron llegando y seguimos compartiendo ‘Tapas Style’ entre risas, historias y recuerdos. Me fascinó el fresco sabor y la textura rústica de la masa de la pizza española.

Probé un risotto de remolacha que jamás había pensado posible. Sabía a tierra recién mojada por la lluvia que iba a la par con el earthiness y potencia de un buen queso de cabra. Es hermoso e inolvidable.

Ahora bien. El plato que se robó mi corazón; al que le quise pasar la lengua o limpiarlo con un cantito ‘e pan para no perder la salsa, fue el Fricasé de conejo con gnocchis fritos.

Aunque he utilizado esta palabra libremente para describir esta maravilla, nunca la he puesto por escrito. Por favor, disculpa la sinceridad, pero este plato es orgásmico. El conejo se deshilacha en el tenedor y se deshace en tu boca. Aquí es cuando puedes entender por qué las cosas hay que hacerlas ‘low and slow’ para poder beneficiarte del resultado.

Es tan cremoso que me hizo salivar, mirar al chef a los ojos y agradecerle por tan brillante preparación. Los ñoquis, aunque no fueron originalmente pensados para ser fritos, se convirtieron en el detalle de textura ideal para acompañar esta exquisitez.

Como si fuera poco, también compartimos el postre de la casa, el “Passionata”. Una combinación tropical y delicada de crema bavaria de parcha, coco, almendras, piña y un chin de ron; para que también te sirva como cordial. Todo en uno. Ojo, todo esto puede ir acompañado de una coctelería refrescante y moderna o, de unas buenas copas de vino.

Aunque no te quede espacio, pide los churros para compartir o para más tarde.

Sin duda, mis expectativas fueron complacidas. Cuando me enteré de que las mentes creadoras de mi panadería favorita en Puerto Rico habían abierto un restaurante, no esperaba menos. ¡Volveré pronto!